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Planeta Lleida

Que viene el 'papus'

A la mayoría de los periodistas que conozco les entra el pánico cuando les encargan hacer lo que en el argot de la profesión se llama una "encuesta papus": preguntas a pie de calle a personas que no ostentan cargos políticos sobre cualquier tema de actualidad, en la que los encuestados prestan su nombre y su imagen (una pequeña foto similar a la de un carnet o una secuencia de vídeo) junto a su opinión. Se trata de un sucedáneo barato de las encuestas serias, que permite rellenar espacio en un diario o en un informativo televisivo de forma económica y vistosa, con el que los medios tratan de aparentar proximidad con su público.

Los sudores fríos recorren la espalda del periodista al saber lo que le espera al salir de la redacción y ponerse a preguntar. Obtener la opinión de tres o cuatro personas sobre temas que les afectan directamente se convierte a menudo en una tarea penosa, que requiere grandes cantidades de tiempo y paciencia.

¿Alguien opina?

A diferencia de los políticos profesionales, dispuestos a cantar boleros cada vez que alguien les pone delante un micrófono, la mayoría de las personas corrientes huye ante la perspectiva de dar su opinión sobre cualquier asunto más allá del círculo privado.

Están en su derecho, qué duda cabe. Sin embargo, lo preocupante es oir los motivos que esgrimen muchos de los encuestados para guardarse sus opiniones. Junto a las personas modestas o simplemente tímidas, reacias a ver sus caras en un informativo o en las páginas de un diario, el encuestador oye a menudo a gente que se escabulle de las preguntas farfullando que "no quiere problemas" por hablar en público.

Se trata de individuos a los que se pide opinión sobre cuestiones tan genéricas como la calidad de la pavimentación de su calle o del servicio del tren que le lleva cada día del trabajo a casa, por ejemplo. ¿De qué podrían tener miedo? ¿De perder su empleo, el cariño de sus seres queridos, su categoría social? ¿De que al minuto siguiente de abrir la boca agentes de la Gestapo o el KGB vayan en su busca y los envíen a picar piedra a un campo de prisioneros?

Miedos infantiles

La "encuesta papus" debe su nombre al semanario satírico "El Papus" (la denominación catalana del monstruo de cuentos infantiles que se conoce en castellano como el Coco),una publicación surgida en los últimos años de la dictadura de Franco que criticaba sin piedad las tropelías de un régimen tocado ya de muerte. Resulta difícil de imaginar que lo que podía hacerse en mitad de un periodo dictatorial resulte una misión complicada en plena democracia.

Teorema de la extinción ibérica

Escuchando las tertulias sobre actualidad que emiten por la radio y la televisión, uno diría que el nutrido coro de patanes que vaticinan la inminente extinción del "homo hispánicus" por culpa de la baja natalidad, y que culpan del apocalipsis en ciernes a mujeres trabajadoras, homosexuales y parejas consumidoras de preservativos, no se han buscado un trabajo de verdad en toda su triste (pero lucrativa) vida de paniaguados.

Eso es porque, si toda esta gentuza hubiera dado un solo palo al agua para ganarse la vida, sabrían dos cosas al alcance de cualquier persona que no participa en el alucinado mundo de los opinadores radiofónicos:

(a) Que cada vez resulta más difícil que una familia pueda salir adelante con el sueldo de uno de los dos cónyuges, lo que hace irreversible y necesaria la incorporación de la mujer al mercado de trabajo.

(b) Que tener hijos, estar embarazada o tan sólo estar en disposición de poder procrear en un futuro próximo a menudo supone una desventaja para las mujeres que buscan empleo.

Lo que nos lleva a la siguiente fórmula, denominada "Teorema de la extinción ibérica".

A + B = Familias que necesitan los sueldos de los dos cónyuges para llegar a fin de mes y que, por lo tanto, no pueden permitirse tener un hijo que prive de su salario a uno de los dos miembros de la pareja. Una cuestión que, en los "análisis" de los medios sobre la natalidad española, no merece ni la mitad de la atención que el hecho (nefasto y apocalíptico para la Raza, dicen algunos) de que los homosexuales quieran casarse, por ejemplo.

Justifícate

Cualquier mujer que haya asistido a un curso para buscar empleo ha oído la siguiente recomendación: no hagas constar tu estado civil en tu currículum si estás casada. En voz baja, le explican que si tienes pareja, los encargados de personal de la empresa a la que te diriges pueden llegar a sospechar que planeas tener un hijo en algún momento de tu vida. Y ellos no van a tolerar que les hagas semejante putada.

El portal Infojobs y su biblioteca de recursos para encontrar empleo ofrece magníficos ejemplo de cómo está el patio. En el artículo "Cómo afrontar los prejuicios en una entrevista", la directora del portal de internet ProfesionalCV, Erika Escámez, orienta a las lectoras sobre cómo "tranquilizar" a un entrevistador que "deje translucir cierta inquietud sobre nuestra condición de mujer y por tanto nuestra posible maternidad".

"Por supuesto, en primer lugar nunca se debe decir en una entrevista que nos estamos planteando tener un hijo si es el caso."

"Otros argumentos incidirán sobre el hecho que, en la mayoría de ocasiones, se puede trabajar hasta pocos días antes del parto."

Y la mejor de todas:

"El hecho de tener un hijo es necesario para el progreso de la civilización."

En resumen: Si tenéis intención de tener hijos, ocultadla; si estáis embarazadas, jurad que trabajaréis hasta romper aguas y volveréis a vuestro puesto tan pronto como corten el cordón umbilical a la criatura; implorad por el bien de la raza humana para que os permitan ganaros la vida con vuestro esfuerzo sin renunciar a procrear. Y sin embargo, la culpa de que en este país no nazcan niños la tienen los homosexuales y todos aquellos que desparraman por ahí su simiente con motivos distintos al de garantizar el relevo generacional.

Visto lo visto, puede que merezcamos extinguirnos.

La rendición de El Vilosell

El pequeño pueblo de El Vilosell prevé construir una biblioteca municipal a partir del año que viene. Para ello, aprovechará el viejo colegio de la localidad, abandonado desde que el curso pasado la Generalitat lo cerró por falta de alumnos. El proyecto tiene el sabor amargo de una rendición: hace dos años, y tras comprobar que el número de estudiantes del centro descendería el siguiente semestre por debajo de los cinco que el departamento de Educación fija como mínimo para mantener abierto un colegio rural, el ayuntamiento trató de salvar la situación buscando a una familia dispuesta a instalarse en el municipio y matricular a sus hijos en la escuela.

El alcalde, Josep Maria Nogué, parecía tener la situación bajo control. Conocía a una familia de inmigrantes del Magreb que trabajaban en la zona, y les ofreció facilidades para encontrar empleo y alojamiento si aceptaban trasladarse a El Vilosell y salvar la escuela con una inyección de sangre nueva en las aulas. Sin embargo, todo se torció de forma inesperada cuando la familia en cuestión buscó un piso en el pueblo donde instalarse. Ningún propietario se avino a alquilar una vivienda a una familia de magrebíes, según confesaron en su día los miembros del consistorio.

Reciclando un colegio

Llegó el curso siguiente con menos de cinco niños matriculados en la escuela. La Generalitat la cerró y trasladó a los pocos alumnos que quedaban a colegios de Les Borges Blanques. Ahora viajan cada día en autobús a la capital de Les Garrigues para recibir sus clases y el colegio es sólo un edificio abandonado. La evolución demográfica de la población autóctona no permite concebir esperanzas de que el pueblo pueda alcanzar en los próximos años un número suficiente de niños en edad escolar para reabrir el centro (no al menos sin la llegada de nuevos vecinos), por lo que el consistorio ha optado finalmente por reciclar el inmueble como biblioteca pública.

El pasado mes de agosto comentaba en este blog un discurso alucinado del ex presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, en el que advertía sobre los "peligros" que, a su juicio, podría traer para la cultura y la identidad catalanas el mestizaje que acompaña a la llegada de inmigrantes a nuestro país. Sin embargo, la historia de El Vilosell demuestra la mezcla es en ocasiones la condición necesaria para que exista la cultura y haya esperanza en el futuro. Sin ella, sólo queda el reciclaje.

La broma

Un aviso de bomba ha obligado esta noche, hacia las 22.30, a evacuar la estación de trenes de Lleida, la terminal del AVE, un hotel de la zona y ha inmovilizado los coches aparcados en los parkings anexos. Los trenes que se dirigían a la ciudad (eran las últimas horas del puente de la Purísima) quedaron parados a medio trayecto, a la espera de que un equipo de artificieros de los Mossos d'Esquadra inspeccionara los edificios con ayuda de perros entrenados. El recinto quedó cercado por un cordón policial custodiado por numerosos agentes y parte de la ciudad (la que se enteró de lo que sucedía) quedó en vilo durante más de una hora, hasta que los expertos en explosivos determinaron que se trataba de una falsa alarma, levantaron el campamento, se fueron y todo volvió, más o menos, a la normalidad.

Todo había sido una broma de mal gusto. Algún o alguna gilipollas experimentará mañana un orgasmo cuando lea en la prensa, vea en la televisión local y oiga en la radio que ha conseguido parar trenes, movilizar a la policía, paralizar una parte (pequeña) de la ciudad y sembrar el miedo entre sus vecinos. Puede que sea lo bastente imbécil como para jactarse por ahí de su gesta y extender lo bastante su fama de cabrón como para que acaben trincándole. No sé si caerá esa breva.

"El terrorismo es barato"

No hace ni tres días citaba en este blog un artículo del periodista Arcadi Espada, que mencionaba lo aterradoramente fácil y barato que resulta consumar una acción terrorista. Sin embargo, esta noche hemos comprobado que Espada se quedó corto. Para provocar el caos y sembrar el miedo, en efecto, no son necesarios ni una complicada organización, ni grandes medios materiales, ni siquiera un cerebro con demasiadas neuronas vivas. Pero es que en realidad, por no necesitar no se necesitan ni explosivos.

Al bromista sólo le hizo falta una anodina bolsa de deporte abandonada en el vestíbulo y una llamada de teléfono para poner en marcha el dispositivo de emergencia de la estación y provocar el rápido despliegue de los Mossos. Fue suficiente para provocar el miedo, el desorden y el estado de excepción provisional que busca cualquier atentado terrorista, por encima incluso de los muertos, los heridos y los daños materiales que causa la explosión de una bomba real. Ni tan siquiera necesitó de una ideología de baratillo que justifique el infligir daño y temor a sus semejantes. Le bastó con ser, ya lo he dicho antes, un/a gilipollas con un sentido del humor propio de una hiena, serios (y justificados) complejos de inferioridad que compensar y algo de tiempo que perder.

Medidas de seguridad

En los últimos años, la estación de trenes ha introducido medidas de seguridad como un sistema de videovigilancia. La terminal del AVE resulta casi inexpugnable por los controles que deben pasar los viajeros antes de partir y el acceso limitado a los andenes. Ello no impidió, no obstante, que el viejo tren que recorre el trayecto Lleida-La Pobla de Segur amaneciese el pasado martes con un flanco totalmente recubierto de graffitis.

El portavoz de Renfe en Catalunya negó que los autores de las pintadas hubieran podido redecorar el tren en Lleida: las cámaras dispuestas por todo el recinto, dijo a los medios, habrían captado la imagen de los graffiteros y los vigilantes nocturnos les habrían echado el guante. Se reafirmó en su tesis inicial incluso cuando supo que habían aparecido junto a los vagones estacionados en Lleida varios sprays de pintura vacíos.

Esta noche alguien ha dejado abandonada una bolsa en el vestíbulo de la estación y ha dado un aviso falso de bomba. Veremos en poco tiempo si la vigilancia de la estación es lo bastante eficiente esta vez como para ayudar a la policía en la captura del tarado con ínfulas de terrorista frustrado, impedir que reincida y lanzar una advertencia a cuantos subnormales piensen a partir de mañana en llevar a cabo acciones parecidas para su propio y onanista regocijo.